lunes, 15 de febrero de 2010

Viejas Amistades

Querida Victoria:

Te escribo estas líneas para darte las gracias por la noche de ayer. Gracias a ti recordé lo que sentía por esas dos amigas que viven conmigo desde hace tiempo.

Verónica sigue siendo tan alta y delgada como siempre, y conserva su carácter dulce, ese que me hizo acercarme a ella la primera vez, y que me obligaba a volver en cada ocasión de que disponía. Cuando la vi, mi cuerpo tembló con el recuerdo de los muchos momentos que habíamos pasado juntos. Me encontré a mí mismo reviviendo viejos instantes, recordando lo mucho que la quería, y percatándome de que no había dejado de quererla. Como si hubiese sido ayer la última vez que la sostuve entre mis brazos, mis manos acariciaron todo su cuerpo, sin que quedara un solo rincón por recorrer, y mis dedos pasearon por sus puntos clave, presionando aquellos que conocía tan bien, aquellos que la harían estremecerse de placer, mientras acercaba mis labios a los suyos consiguiendo, tal y como yo quería, que emitiese un suave gemido tras otro…

Le prometí que no la olvidaría de nuevo, que seguiría volviendo a tocarla y besarla siempre que la ocasión se presentase, y la dejé ir.

Te observé durante unos minutos, y vi que me devolvías la mirada, sonriendo. Entonces descubrí que Elisa estaba allí, apoyada en la pared, esperándome.

Elisa siempre había sido la más dura de las dos, la que más se me resistía. Era preciosa, morena, con unas curvas impresionantes, y siempre que la acogía junto a mi cuerpo me hacía sentirme capaz de cualquier cosa. Rodeé su figura con mis brazos, como había hecho antaño tantas veces, tratando de recordar cuáles eran sus puntos débiles, esos que la harían temblar transmitiendo la vibración de su cuerpo al mío. Los busqué a tientas, pasando mis dedos por aquellos de los que guardaba algún recuerdo de su situación.

Cuando nuestros apasionados cuerpos dejaron de palpitar, dejé que Elisa se fuera, y volví la vista hacia ti, mi gran tesoro de la noche, la persona que culminaría una velada que había sido casi perfecta. Clavaste en mí tus hermosos ojos, consiguiendo que yo me estremeciera como antes se habían estremecido Verónica y Elisa. Me acerqué a ti, despacio, tratando de saborear los segundos previos a un momento que sabía que iba a ser mágico, nuestro primer beso de la noche, las primeras caricias… Te negaste a prolongar la espera, y alargaste hacia mí tus brazos, atrayéndome hacia ti y haciendo que me tumbara contigo en la cama, esa cama que nunca había visto dos personas tan compenetradas, que nunca había saboreado tanta excitación como la que pudo experimentar anoche junto a nosotros.

Despertar esta mañana junto a ti ha sido lo más cerca que he estado nunca de vivir un sueño. Verónica y Elisa estaban tiradas en el suelo, así que las he recogido antes de irme. La flauta travesera está en la estantería, y la guitarra, como siempre, está apoyada en la pared.

Ahora tengo que marcharme, pero no quería irme sin demostrarte de nuevo mi agradecimiento por todo lo que hiciste anoche por mí, había olvidado lo bien que puede hacerme sentir el formar parte de la música.

Te llamaré esta tarde. Te quiero:

Nefertari

domingo, 7 de febrero de 2010

Musas a la fuga

Bueno, vengo por aquí a pediros ayuda.... un favor, más bien

Últimamente estoy sin ideas para escribir, y me gustaría que vosotros me propusieráis aquí un tema, de la forma que queráis. Puede ser dejando una imagen, diciendo una palabra, una idea, una historieta, un chiste.... Y yo de ahí intento hacer un pequeño relato.

Creo que para vosotros puede ser divertido (intentad no putearme mucho) y para mí puede ser un reto que me ayude a crecer algo más como escritora.

¡¡Gracias!!