jueves, 12 de junio de 2008

Una visita inesperada

Cuando desperté él estaba allí, en mi habitación, mirándome desde la esquina. Intenté gritar, pero de mi garganta no salió ningún sonido, era como si él me lo hubiera impedido. Pero, ¿cómo lo había hecho? Y más importante, ¿qué estaba haciendo en mi habitación? Quise alargar el brazo para alcanzar el interruptor y encender la luz, pero no podía moverme, ¿qué me había hecho? Me había paralizado por completo, aún no sé cómo lo consiguió. De repente, él me mostró una vela, y, sin mover los labios me dijo que me liberaría de la parálisis si le prometía no gritar ni encender la luz. Aún no sé cómo le dije que sí, ya que no podía articular sonido alguno ni gesticular si quiera, pero él me liberó. Entonces sentí como si me hubieran liberado de unas ataduras que tenía desde hacía muchísimo tiempo. Una vez pude hablar, le invité a que cogiera una de las sillas que había junto a mi escritorio y se sentara. Aceptó la invitación, y se sentó de frente a mí. Colocó la vela que me había mostrado antes en el espacio que quedaba entre los dos. Yo me había incorporado y estaba sentada en mi cama. Cuando la vela iluminó su rostro pude fijarme bien en sus rasgos y sus facciones. Era un hombre, muy joven, quizá un adolescente, y era guapísimo, aunque realmente parecía un fantasma por lo blanco de su rostro. Además, vestía completamente de negro. Me dijo entonces que no era persona como yo, si no que era mitad ángel mitad demonio y vivía condenado en la tierra. Condenado a tener siempre la misma edad, y a sufrir las mismas penas cada año.
Sabía lo duro que era ser adolescente, así que no pude evitar compadecerme de él. Pero no podía explicarme como alguien podía ser mitad ángel y mitad demonio. Él, como si me hubiera leído el pensamiento me dijo que me concedía el derecho de hacerle tres preguntas, pero que las eligiera bien, ya que no me daría una segunda oportunidad para hacerle más. Me dijo también que podía contestarme a cualquier cosa que yo le preguntara, salvo una, que era: ¿existe Dios?
Empecé a pensar en qué preguntas hacerle, pero se me ocurrían tantas que no podía elegir. Por mucho que yo le hiciera esperar él no mostraba ningún signo de impaciencia. Además, me di cuenta de que las tres veces que había mirado el reloj, marcaba la misma hora. Así que él había parado el tiempo… ¿Cuánto llevaría allí? ¿Cuánto tiempo habría estado yo paralizada?
Las posibles preguntas se iban acumulando en mi cabeza y, como una cascada, cada vez llegaban más. Genial, había conseguido un desagradable dolor de cabeza. Así que me decidí a seleccionar entre tantas preguntas y me arriesgué a hacerle la primera de las tres que me correspondían.
¿Cómo podía ser alguien mitad ángel y mitad demonio? Él miró fijamente al vacío antes de responder. Me dijo que su madre era un ángel, pero que discrepaba con la hipocresía que encontraba en el Cielo y, en uno de sus muchos viajes, conoció a su padre y se enamoró de él, sin saber que era un demonio. Cuando al poco tiempo nació él, los habitantes del Cielo se dieron cuenta de su condición de demonio y lo desterraron a la Tierra, donde vivió como si fuera un huérfano hasta que cumplió los 19 años. A esa edad le dijeron la verdad sobre él y qué era lo que había pasado con sus padres. Su madre fue condenada a vivir en el Cielo, sin poder salir de allí, y su padre fue expulsado del Infierno y condenado a vagar eternamente por los diferentes submundos. Él, a su vez, como ya me había dicho, fue condenado a vivir año tras año la edad de 19 años. Según me explicó, un hechizo lo protegía de que la gente lo reconociera, ya que tras haber pasado un año con él, al año siguiente no lo recordaban, y él ya no existía para ellos.
Esa fue su respuesta, y me invitó a hacerle una segunda pregunta. Yo ya me sentía más confiada y me lancé enseguida a preguntarle:
¿Qué hacía en mi habitación esa noche? Por su sonrisa, parecía que ya se esperaba esa pregunta. Me dijo que, como condenado, tenía derecho a visitar una noche al año a alguien hasta que encontrara algún alma dispuesta a liberarle. Según me dijo, llevaba un tiempo observándome; había visto lo mal que lo había pasado a principio de curso, cómo había solucionado mis problemas, como había roto una relación con una amiga, como había ido conociendo y trabando amistad con gente de la facultad que realmente merecía la pena e, incluso, como había madurado. Así que finalmente se decidió a visitarme, y allí estaba esa noche.
Con la mirada, me invitó finalmente a hacerle mi tercera y última pregunta, pero me advirtió que tuviera cuidado, que no la malgastara. Creo que me costó una eternidad decidirme, pero finalmente le pregunté:
¿Qué tengo que hacer para liberarte? De repente, un destello invadió por completo mi habitación,
pareció como si cielo e infierno se dieran la mano, como si firmaran un tratado sobre aquella alma, dejándola libre de todo pecado...

Duró un segundo, quizás dos, pero estoy segura de que a ambos nos pareció eterno. Cuando desapareció y mis ojos se adecuaron de nuevo a la oscuridad pude ver como había un brillo y un color nuevos en su rostro, era como si realmente entonces fuera una persona, y así era. Me explicó que lo único que había que hacer para liberarle era interesarse en como hacerlo, tal y como había hecho yo. Me dijo también que siempre me estaría agradecido por lo que había hecho por él.
Ahora que ya nada me impedía hacerle una pregunta más, le pregunté que sería de él, y me dijo que ahora podría vivir la vida que siempre había soñado al ver como todo el mundo vivía la suya mientras él estaba atrapado.
Cambiaron los papeles, y fue él quien me preguntó si podríamos seguir en contacto a partir de esa noche, y, sin dudarlo un instante, le dije que sí. Entonces él se fue, se desvaneció, no sé cómo, pero aún conservaba y conserva alguno de los poderes de los que le dotaba su condición de híbrido. Miré el reloj, eran las 5 de la mañana, y tenía que levantarme a las siete para ir a clase. Esas dos horas, dormí como si nunca hubiera dormido antes.
Desde entonces,
cada noche le veo en mi ventana, viene a visitarme como el primer día: pero ahora no tengo miedo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno lo prometido es deuda así que te escribo jejeje. Tuve la suerte de leer este relato antes de que apareciera aquí y en papel. Es muy bueno, la verdad.

Pues nada guapa, que ya no queda nada... aunque Septiembre tampoco esté tan lejos al menos podremos descansar.

Un besote grande!

Anónimo dijo...

Obrigada pela dedicatória deste poema a minha pessoa. É deveras entusiasmante e precioso. Que tudo seja bonito para ti Laura. Um enorme abraço desta tua sempre amiga. Joana Frazão

Thais Rojano dijo...

Hola!! vaya, veo que tienes un blog, esta genial y escribes cojonudo, lo seguiré a menudo.

Te pongo en mis sitios recomendados.

Un besazo

Samarah dijo...

Hala, para que veas que si que me he pasado, pero no me gusta comentar sin haber leído, y no quiero hacerlo hasta que lo lea todo ^^

un besitooooo^^

Slimdoe dijo...

sin palabras...
está genial!
escribes de maravilla, y la historia es bastante original, sigue así!! ^_^

Auron de Dargaard dijo...

estupenda historia, con gran moraleja y muy bien redactada, me ha encantado ^^ estare atento a tus relatos, besis!

El Ente dijo...

Otra estupenda historia Laura. Decías que eras un proyecto de escritora????? ejem...no te quites méritos guapa!!! y ánimo...prometo comprar tu primer libro

Unknown dijo...

Wooow